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Partiendo lanzas por Fable (1ª Parte)

A riesgo de resulta impopular para muchos, quiero decir unas palabras a favor de la saga de Lionhead/Molineaux, con la cual me he reencontrado recientemente y las sensaciones positivas han brotado de un manantial que creía seco. He re-jugado parte de Fable y estoy en aras de terminar todas las quests secundarias pendientes que me quedaron en Fable II. Esta voluntad, ganas,  o como le queramos llamar, de jugar a los juegos surgieron el día en que vi el teaser del pollo a la carrera. Si no lo habéis visto, aquí lo tenéis:

Esta cinemática cargada de ese estilo de humor que ha hecho tan característica a la saga, me mostró un hecho en el que pocos han caído. Fable, desde su primera entrega es fiel a unos patrones y a una historia con una gran ética cronológica. La primera entrega abría el libro y comenzaba a contarnos una historia de héroes olvidados y su lucha contra el mal mediante el bien o el propio mal. El segundo título nos ubica en el mismo reino de Albión dónde tuvo lugar la historia del primer juego, pero 500 años más tarde. En esta nueva Albión, los héroes han sido repudiados por el pueblo por poseer demasiado poder y, en consecuencia, ser muy peligrosos. Esta lógica social responde a que el malvado en Fable I, Jack of Blades, en su día fue un héroe que se corrompió y usó su gran poder para intentar destruir el reino.

El malvado Jack of Blades de Fable I

Nosotros lo vencimos, pero los habitantes de Albión no se quedaron tranquilos y arrasaron con el gremio de héroes. 500 años más tarde, aquellos hechos están olvidados, tergiversados en libros mal escritos y enterrados bajo tierra en ruinas arqueológicas. Pero la estirpe de héroes se mantiene pese a que nadie lo sabe. Ahí es dónde entramos nosotros como protagonistas cuando un personaje clave en la primera entrega nos descubre que somos descendientes del linaje del primer gran héroe que acabó con Jack of Blades.

A partir de ese momento, comenzamos a explorar esta nueva Albión que, como es lógico, ha evolucionado a lo largo de los años, y es sorprendente observar cómo, pese al lógico cambio en el diseño del mapeado, hay muchos escenarios que son reconocibles. La ciudad de Bowerstone ha cambiado por completo, pero mantiene ciertos elementos que hacen permanecer el espíritu de la ciudad de la primera entrega. Lo mismo pasa con el destruido gremio de héroes, cuyos remanentes están repartidos por todo Albión. Otro gran elemento que mantiene la conexión con el original, es la sala del Gremio de Héroes dónde se desarrolló la lucha contra Jack of Blades y que, para los que hayan terminado Fable I, su presencia es una gran perla.

En lo jugable

Fable es un saga que nos da una libertad relativamente abierta. Si bien el mapeado no es el de un sandbox al uso, por sus tiempos de carga entre diferentes localizaciones, sí que nos da libertad para movernos libremente por estas y explorar todos sus secretos. Estos secretos no son pocos y le dan un aliciente más a los títulos. Otro factor a tener en cuenta de Fable es el que es una mezcla entre RPG y Hack & Slash, y quién diga lo contrario es que no ha querido apreciar este detalle.

Para lograr nuestro objetivo en los juegos tenemos distintos tipos de armas y hechizos que podemos ir expandiendo conforme vamos derrotando enemigos. La forma en como invertimos los puntos de experiencia obtenidos alteran el aspecto de nuestro personaje conforme los vamos adjudicando a habilidades mágicas o físicas. También influye en la fisonomía de nuestro personaje el hecho de que hayamos sido buenos o malvados realizando las misiones primarias y las secundarias, y lo corrupto o puro de nuestros actos en todo momento. Así, podemos encontrar que nuestro personaje puede terminar con una aureola celestial en la (p***a) cabeza, con dos cuernos, con la piel impoluta, cicatrizada, gordo, guapo, feo… etc.

Ser malote en Fable II comporta esto

Otro elemento en la jugabilidad es la posibilidad de adquirir casas y revenderlas o ponerlas en alquiler, realizar trabajos para ganar dinero, enamorarnos, tener hijos, divorciarnos y todo tipo de situaciones que difícilmente encontraremos en un juego que no sea Fable. Esto le da una gran variedad al juego (pese a las críticas sobre que los trabajos son repetitivos, las relaciones superficiales, etc.), lo convierte en una obra maestra dados los tiempos que corren. Todos podemos pedir más a los juegos, y eso es lo que deben darnos las desarrolladoras pero, más que Fable I y II en sus respectivos momentos, pocos juegos podían darlo. Por ello Fable (pese a las grandísimas críticas que ha recibido) tiene tanto mérito. Si que es cierto que Peter Molyneaux, en determinados momentos, se ha llenado demasiado la boca con cosas bonitas sobre sus juegos, pero no porqué los títulos al final no hayan sido todo lo que él prometía, dejan de ser buenos.

Por esta regla de tres, como Molyneux no ha ensalzado las virtudes del próximo Fable III, éste va a ser el juego del siglo ¿no? En la próxima y última entrega de este hilo trataré de explicar por qué debemos esperar con ansia el nuevo Fable.